por María Lozano
Dando gracias al Padre…el cual nos ha
librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo.
Colosenses 1:12-13
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas,
Y vistámonos las
armas de la luz.
Romanos 13:12
“Babilonia, el mundo de la noche”. Esta valla publicitaria
de una discoteca, ubicada muy visiblemente a la orilla de la calle, llama la
atención y nos interpela. En la
Biblia , la ciudad de Babilonia (que significa “confusión”)
era célebre por sus costumbres depravadas. ¿Qué va a buscar la gente en las
discotecas y salas de fiestas? Un momento de olvido y euforia con la ayuda del
alcohol, la droga y un ambiente de locura. Dice la Biblia : “Los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19), y “los
que se embriagan, de noche se embriagan”(1Tesalonicenses 5:7). El mundo
nocturno no es sólo el de la noche física, sino el de la noche moral en la que
el pecador sin Dios se debate.
Dios nos dirige una invitación muy diferente: “No
participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien
reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto”
(Efesios 5: 11-12). Si somos “hijos de luz e hijos del día; no somos de la
noche ni de las tinieblas”(1 Tesalonicenses 5: 5). Evitemos esos lugares
nocturnos donde sólo encontraremos amargura y degradación. Dejemos que la Palabra de Dios ilumine
nuestro corazón y lo guarde del mal. Propaguemos la luz divina a nuestro
alrededor, ella mostrará el camino de la paz con Dios a quienes nos rodean y
les dará una felicidad duradera.
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