por María Lozano
La gracia de Dios se ha manifestado
para salvación a
todos los hombres
Tito 2:11.
Cuando murió J.P.Morgan; financiero que manejaba una inmensa
fortuna, se descubrió en su testamento un artículo relacionado con “un asunto”
que él consideraba capital. Decía: “Pongo mi alma en las manos de mi salvador,
teniendo la plena seguridad de que, habiéndome salvado y lavado de mis pecados
en su preciosa sangre, me presentará sin mancha delante del trono de su Padre.
Ruego encarecidamente a mis hijos que mantengan y defiendan, en toda ocasión,
la doctrina de la entera expiación de los pecados por la sangre de Jesucristo,
quien se ofreció una vez para siempre”
En cuanto a la salvación de su alma, este hombre muy
adinerado dependía tanto de la gracia de Dios como un pobre mendigo o como el
ladrón en la cruz (Lucas 23:43).
Esta salvación es ofrecida a todos los hombres sin ninguna
distinción social, étnica o de otro tipo. Si a veces podemos constatar fallas
en la justicia humana, en cuanto a la justicia divina es todo lo contrario. La Palabra de Dios declara: Dios
no hace acepción de personas” (Hechos 10:34) y “No hay diferencia, por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:22-23).
Pero si la Biblia
condena a todos los humanos, también presenta los recursos divinos puestos a
disposición de cada uno. Jesús se nos revela como Salvador, porque su muerte en
la cruz satisfizo completamente al Dios santo. De este modo Dios puede perdonar
a personas culpables como usted y yo. Ninguno es demasiado malo para recibir la
salvación de Dios por medio de Jesucristo. Si se arrepiente sinceramente.
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