Por María Lozano
Toda la
Escritura es inspirada por Dios,
y útil para enseñar… para corregir, para
instruir en justicia. 2 Timoteo 3:16
Tu dicho me ha vivificado. Salmo119:50
Hacia el año 700 antes de Cristo, la parte sur del país de
Israel estaba dirigida por el sabio rey Ezequías. En esa época, el poderoso
ejército asirio sitió Jerusalén. Pero el agua potable nunca faltó, porque el
rey había mandado construir, mucho antes del ataque, un acueducto subterráneo
entre una fuente cercana y la ciudad. La actitud de Ezequías es muy instructiva
y tiene un alcance moral para nosotros. Hay un enemigo al que le gustaría
esclavizar al creyente, el diablo. Nos asedia de múltiples maneras; trata de
quitarnos el alimento, es decir, privarnos de los recursos espirituales que
Dios pone a nuestra disposición. En algunos países utiliza la fuerza,
impidiendo a los creyentes leer la Biblia.
En otras regiones emplea la astucia: nos propone múltiples
ocupaciones que roban nuestro tiempo y nos desvían de lo esencial.
Si queremos resistirle necesitamos tener recursos. Así como
ese canal llevaba agua pura para saciar la sed del pueblo asediado, cada día
tenemos que renovarnos leyendo la
Biblia. Ésta nos habla de Jesucristo, nuestro Salvador y
Pastor. Sin ese refresco diario indispensable, nuestra vida espiritual declina
y nuestro gozo desaparece.
Hagamos como Ezequías; no esperemos el ataque de Satanás para buscar
auxilio en
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