Por María Lozano
(Jesús dijo:) Si alguno tiene sed, venga a
mi y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva.
Uno de los mayores cambios de nuestra época es sin lugar a
dudas el “boom” de las telecomunicaciones. Los que tienen más de cincuenta años
seguramente recordarán la primera vez que llamaron por un teléfono fijo, luego
por un móvil y después quizá por Internet. Los hombres nunca habían tenido a su
disposición tantos medios para comunicarse; y gracias a ellos la información
circula por todo el mundo. Los contactos y las redes se multiplican sin
importar la distancia.
Esta profusión de informaciones puede invadir nuestras vidas
haciéndonos correr el riesgo de olvidar lo esencial, de olvidar a Dios. En
nuestros días se habla muy poco del contacto con Dios, y eso que se trata de
una relación esencial de la cual depende toda nuestra vida.
¿Qué hacemos con los mensajes que Dios nos comunica? Él nos
habla mediante la creación, la cual ha dejado en nuestras manos para que la
administremos. También nos habló mediante su Hijo, quien vino a la tierra. Nos
trasmite sus pensamientos en su Palabra, la Biblia. Nos da a conocer
nuestra situación con respecto a Dios, quien desea entablar un contacto
personal con cada uno. Este contacto solo puede establecerse mediante
Jesucristo, el único mediador entre Dios y los hombres. No despreciemos el
mensaje de Dios trasmitido mediante su Palabra, pues nuestro futuro eterno
depende de ello.
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