Por María Lozano
(Jesús dice:) He venido al mundo, para
que todo aquel que cree en mí no per-
manezca en tinieblas…No he venido a
juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
Juan 12:46-47
El 21 de Julio de 1969 mil millones de telespectadores
asistieron a los primeros pasos del hombre sobre la luna (misión Apolo 11).
Vieron al astronauta Neil Armstrong salir del módulo lunar y pisar el suelo
lentamente. Sus palabras se convirtieron en una frase célebre: “Este es un
pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”
Dos años después, el astronauta James Irwin pasó por la
misma experiencia durante el desarrollo de la misión Apolo 15. Más tarde diría:
“Lo más grande para la humanidad no es que el hombre haya caminado sobre la
luna, sino que Dios haya caminado sobre la tierra en la persona de Jesucristo”
Efectivamente hace más de 2000 años el Hijo de Dios,
Jesucristo, dejó el cielo para entrar en el tiempo y en el espacio. Tomó la
condición humana en su forma más humilde, la de un recién nacido en un establo
de Belén. Su misión era revelar el amor de Dios a la humanidad. A lo largo de
su vida aquí en la tierra abrió los ojos de los ciegos, sanó a los enfermos y
resucitó a los muertos. A cambio fue traicionado por uno de sus discípulos,
negado por otro y abandonado por todos. Pilato, el gobernador romano, lo condenó
incluso reconociendo su inocencia. Se dejó clavar en una cruz, en donde murió
para quitar el pecado del mundo (Juan 1:29).Tres días después salió victorioso
de la tumba. ¡Resucitó!. La venida de Jesús a la tierra cambió completamente la
historia de la humanidad. ¿Cambió también su vida?
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