Por María Lozano
José Ton se escapó de su nativa Rumania para estudiar teología
en Oxford. Al prepararse para regresar a su madre patria después de su
graduación, le contó sus planes a varios estudiantes. Ellos le señalaron con
toda franqueza que probablemente iba a ser arrestado al llegar a la frontera.
Uno le preguntó: “Si te arrestan, ¿qué posibilidades tendrías de ser
predicador? ” Ton le preguntó a Dios acerca de esto y le fue recordado :
Mateo 10:16 “Mirad, yo os envío como
ovejas en medio de lobos”.
Sin embargo, Jesús los envió y no sólo esperó que
sobreviviesen, sino que cumpliesen con su misión.
Regresó y predicó hasta el día de su arresto. Al ser
interrogado por los oficiales, José dijo: “Su arma suprema es matarme, la mía
es morir. Mis sermones están ahora circulando por todo el país grabados en
cintas. Si me matan ahora, el que las escuche dirá: “Debe ser verdad”. Este
hombre selló sus palabras con su sangre. Las cintas grabadas hablarán diez
veces más fuerte que antes, por lo tanto, mátenme. Yo obtengo la victoria
suprema”. ¡El oficial lo mandó a su casa!
Cuando José pensó en salvar su vida, estuvo en peligro de
perder su misión. Cuando no le importó perderla, no solo salvó su vida, sino
también su libertad.
El mundo solo quiere lo mejor de usted,
pero Dios quiere todo de usted.
Marcos 8:35
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. |
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