Por: José Luis Lozano
Construyan casas y establézcanse; planten árboles frutales y coman de su fruto. Cásense, tengan hijos e hijas, y que ellos también se casen y tengan hijos. Aumenten en número allá, y no disminuyan. Trabajen en favor de la ciudad a donde los desterré, y pídanme a mí por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes. Jeremías 29:5-7
Los capítulos 28 y 29 de Jeremías nos muestran dos modelos de espiritualidad. El modelo de Hananías y el de Jeremías.
Espiritualidad al modo Hananías:
“Voy a romper el yugo del rey de Babilonia, y dentro de dos años haré que sean devueltos a este lugar todos los utensilios del templo que se llevó a Babilonia el rey Nabucodonosor. Y también haré que regresen a este lugar Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y toda la demás gente que salió desterrada de Judá a Babilonia. Jeremías 28:2-4
Hananías propone una espiritualidad de guerra y conquista. Luchar, reclamar, romper el yugo del rey de Babilonia, recuperar los utensillos del templo que se llevó Nabucodonosor y hacer regresar a los desterrados (Jeremías 28: 2-4, 10).
La declaración de guerra de Hananías es muy conocida hoy en muchas iglesias cristianas. Estas propuestas de espiritualidad, promueven un estilo de vida con características bélicas, enajenadas de la realidad y poco solidarias.
Espiritualidad al modo Jeremías:
Lo primero que hace Jeremías es responder a Hananías:
Entonces dijo Jeremías a Hananías:
¡Escucha, Hananías! El Señor no te ha enviado, y tú estás dando a este pueblo una falsa confianza. Jeremías 28:15
Jeremías, tenía muy claro lo que Dios deseaba. La espiritualidad que propone es pacífica, humana y comprometida con el contexto social del lugar en donde estás. Jeremías, no solo elige la paz, sino el desarrollo de la familia, del hogar y del trabajo:
“construyan casas y establézcanse, planten frutales y coman de su fruto, Cásense, tengan hijos e hijas, y que ellos también se casen y tengan hijos…”. (Jeremías 29:5-6)
Jeremías sugiere trabajar y no hacer guerra, orar por la ciudad y no conquistarla. Amarla y comprometerse con su bienestar.
“Trabajen a favor de la ciudad a donde los desterré, y pídanme a mí por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes”.(Jeremías 29:7)
¡Hoy también vivimos en contextos imperiales, injustos y lejos de nuestro hogar!. ¡Somos llamados a esperar y no a confrontar!. Sabemos que El Señor actuará cuando se cumplan los tiempos y cumplirá su promesa favorable de hacernos regresar a nuestra tierra (Jeremías 29:10).
¡No se dejen engañar por los profetas que viven entre ustedes…lo que ellos les anuncian en mi nombre es mentira! (Jeremías 29:8).
¡Enséñanos a vivir con sabiduría!