Mi Vida Escondida en Dios

Tomado de:Mi vida escondida en Dios
Por María Lozano

«el que quiere ser grande tiene que ser como este niño.»
Lo primero que hacen los niños, cuando despiertan a la mañana, es ponerse a jugar. No se les ve levantarse preocupados, o cansados porque no pudieron dormir durante la noche. Se despiertan y comienzan a disfrutar del día. Los niños tampoco se preocupan acerca de las necesidades del día. No se pasan horas pensando de dónde vendrá la comida para el almuerzo, o quien podrá prepararlo. Juegan tranquilos porque saben que hay otros que velan por su bienestar. En el momento que necesitan algo, se acercan a algún adulto para pedirlo. No andan con rodeos, ni con vueltas. Piden porque confían en que los grandes pueden suplir sus necesidades. Cuando se lastiman, inmediatamente procuran a su madre o padre, para recibir de ellos el consuelo que necesitan. A veces, con un solo beso o una caricia, desaparecen las lágrimas y vuelve la alegría. Tampoco poseen capacidad para recordar las cosas malas que han vivido. No guardan rencores ni buscan vengarse como lo hacen los adultos. Pueden ser disciplinados por sus padres y al rato ya están jugando otra vez. Los niños también poseen una admirable capacidad de soñar, usando su imaginación. ¿Se encontró alguna vez con un niño cuestionador o dado a las dudas? Usted les habla de Papa Noel y ellos creen, a ciegas, en su existencia. Solamente de adultos adquirimos esa tendencia de dudar siempre de todo. Por eso tenemos que procurar ser como niños y CREER QUE PAPA DIOS ESTA EN CONTROL DE NUESTRA VIDA SIENDO COMO NIÑOS SE NOS ABRE LA PUERTA PARA LLEGAR AL CIELO .

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