Max Lucado
Por María Lozano
Renovaos en el espíritu de vuestra mente,
y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad.
(Efesios 4: 23-24)
Los matrimonios saludables tienen un sentido de
“permanencia”. El esposo permanece en la esposa, y ella permanece en él. Hay
ternura, sinceridad y comunicación continua. Lo mismo es cierto en nuestra
relación con Dios. A veces vamos a Él con nuestras alegrías, y algunas veces
con nuestras angustias, pero siempre vamos a Él. Y cuando vamos, mientras más
vayamos, más nos parecemos a Él. Pablo dice que nos están cambiando “de gloria
en gloria” (2 Corintios 3-18).
Los que viven juntos por mucho tiempo poco a poco empiezan a
parecerse, a hablar igual, y hasta a pensar igual. Mientras caminamos con Dios
nos apoderamos de sus pensamientos, sus principios, sus actitudes. Nos
apoderamos de su corazón.
Como Jesús.
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