Max Lucado
Por María Lozano
“Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano
que peque contra mí”
Jesús le dijo: “…setenta veces siete”.
Me parece que Dios ofrece mucha más gracia de la que podemos
imaginar.
Nosotros podríamos hacer lo mismo.
No estoy suavizando la verdad ni acomodando el evangelio. Pero
si una persona de corazón puro llama Padre a Dios, ¿no puedo llamar hermano a
esa misma persona? Si Dios no establece la perfección doctrinal como requisito
para la membresía familiar, debo hacerlo yo?
Y si nunca nos ponemos de acuerdo, ¿no sería posible que
acordemos estar en desacuerdo?. Si Dios tolera mis errores, ¿no podría yo
tolerar los errores de otros? Si Dios me permite que a pesar de mi flaquezas y fallas
lo llame Padre, no debo conceder la misma gracia a otros?.
Cuando Dios Susurra tu Nombre
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