Max Lucado
Por María lozano
Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
siendo justificados gratuitamente por su gracia.
Romanos 3: 23-24
La fuerza suprema en la salvación es la gracia de Dios. No
nuestras obras. No nuestros talentos. No nuestros sentimientos ni nuestras
fuerzas.
La salvación es la
presencia repentina y tranquilizante de Dios durante los mares tormentosos de
la vida. Escuchamos su voz; damos el paso.
Como Pablo, estamos conscientes de dos cosas:
Somos grandes pecadores y necesitamos un gran salvador.
Como Pedro, estamos conscientes de dos cosas:
Nos estamos hundiendo y Dios está de pie. Por eso,
abandonamos el Titanic de la autojustificación
y nos paramos en el sólido camino de la gracia de Dios.
Y para sorpresa nuestra, podemos caminar sobre las aguas. La
muerte queda desarmada. Los fracasos son perdonables. La vida tiene un
verdadero propósito.
Y Dios no solo está a la vista, sino que está a nuestro
alcance.
En el Ojo de la
Tormenta
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