Tomado de: Jesús Lo Es Todo
Por: Johanna Torres
Por María Lozano
¿Permanecerías en una relación donde te faltan al respeto? Tal vez tú no, pero existen personas que sí. Existen relaciones donde si uno de los dos ha sufrido traumas en su infancia, puede convertirse en un abusador. Si es hombre se le llama misógino. Y te preguntarás que es un misógino, la definición es la de un hombre que odia a las mujeres, por traumas pasados. Entre ellos encuentras a los hombres controladores, y mujeriegos que ocultan sus vacíos existenciales en relaciones destructivas. Estas generalmente están maquilladas con palabras dulces y gestos amables al principio pero con el tiempo se convierten en asperezas, infidelidad crónica y algunas veces incluso terminan en violencia doméstica.
¿Te preguntarás qué tipo de mujeres aceptan a un hombre misógino? puede parecerte extraño pero algunas lo hacen. ¿En qué condición esta el alma de una mujer que se encuentra en una relación abusiva? Generalmente muy maltratada. Una mujer que desea ser “rescatada”, que posee una baja autoestima, que creció sin padre y ha sustituido esa falta con el amor tiende a caer en las redes de los depredadores emocionales como consecuencia de las heridas del alma. Muchas veces fracasos en relaciones anteriores le van robando su autoestima y llega a acostumbrase a la idea de que no es digna de amor, o respeto. El abuso sexual, o físico en su niñez también la hace vulnerable a entrar en este tipo de relación.
La idea de este artículo es enviar un mensaje de que no todo está perdido, hay una salida para el misógino y para la víctima. Esa ayuda viene de Dios. El hombre como la mujer deben encontrar su identidad en Dios. El entender quién eres en El, te da la pauta para saber que vales mucho, que nadie tiene el derecho de menospreciarte. Ni humillarte, ni esclavizarte sexualmente. La palabra de Dios dice que “Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas.”(Ef. 2:10). Buenas obras, no maltratos, falta de respeto y mucho menos golpes.
El libro sagrado también nos dice que somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Nuestro espejo interno no debe reflejar las heridas del pasado que nos hacen pensar que no mereces respeto, más bien ese espejo interno debe reflejar el rostro de amor, la imagen de Dios. Es ese mismo amor incondicional que se dibuja en ti a través de Jesús y que llenará todo vacío.
Una vez que empezamos a entender quienes somos en Dios, concientizamos nuestro valor, y el nivel de vulnerabilidad ante una relación abusiva desciende. Tu confianza aumenta y también tus expectativas. Empiezas a esperar y recibir lo mejor que Dios tiene para ti. Entre esas cosas, personas que te valoren. Relaciones saludables. Una relación con alguien que ama a Dios y que por ende te amará a ti también, con un amor puro y sano. Sabrá darte un lugar importante en su vida, y tendrá presente cubrir tus faltas, no resaltarlas.
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