Por María Lozano
Aparecerá Por Segunda Vez... Para Los Que Lo Esperan
(Hebreos 9: 28)
Cuando el presidente Eisenhower estaba de vacaciones en Denver, le hablaron de un niño de 6 años, Paul Haley, que se estaba muriendo de un cáncer incurable. Paul tenía un gran sueño: conocer algún día al Presidente. “Vayamos a verlo”, dijo Eisenhower a uno de sus asistentes. Así que se dirigieron a la casa del muchacho. Aquella tarde de domingo, las banderas ondeaban sobre el coche cuando la limosina negra llegó. El Presidente bajó con sus guardaespaldas y llamó a la puerta. El padre de Paul abrió, vestido con unos vaqueros viejos, una camisa sucia y con barba de un día.
“¿En qué puedo ayudarle?”, preguntó. Eisenhower respondió: “¿Está aquí Paul? Dígale que al Presidente de los Estados Unidos le gustaría conocerle”. Emocionado, el pequeño Paul Haley salió de detrás de las piernas de su padre y se quedó mirando al rostro que más admiraba. El Presidente se agachó, le dio un abrazo, y le llevó a que se sentara en la limosina presidencial. Antes de despedirse, se dieron un apretón de manos, y después, tan repentinamente como había aparecido, se fue.
Los vecinos todavía hablan de aquel día. Pero hay un hombre que no se sintió completamente feliz por todo ello, y ese fue el padre de Paul, Donald Haley, que dijo: “Nunca olvidaré el estar allí en aquellos vaqueros viejos, camisa sucia, y barba asquerosa para conocer al Presidente. Si sólo hubiera sabido que iba a venir…”. Simplemente, él no estaba preparado. ¿Lo estás tú? Escucha:
“…aparecerá por segunda vez… para… los que lo esperan” (Hebreos 9:28). Si quieres ir, ¡tienes que estar preparado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario