Tomado de Reflexiones cristianas
Por María Lozano
El alumno, según él, había terminado el cuadro.
Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra
con detenimiento y concentración durante un rato.
Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio
unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al
alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado
demediocre a sublime.
Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado
tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los
grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos
pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se
abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles
que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o amistad- se basan en
detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque
probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que
escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante
unos minutos cuando sabes que está enfermo.
Proverbios 17:17
En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia.
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