Tomado de; Reflexiones cristianas
Por María Lozano
Un muchacho vivía solo con su padre, ambos tenían
una relación extraordinaria y muy especial.
El joven pertenecía al equipo de fútbol americano de su colegio, usualmente no
tenía la oportunidad de jugar, bueno casi nunca, sin embargo su padre
permanecía siempre en las gradas haciéndole compañía.
El joven era él más bajo de la clase cuando comenzó la secundaria, insistía en
participar en el equipo de fútbol del colegio, su padre siempre le daba
orientación y le explicaba claramente que "el no tenía que jugar fútbol si
no lo deseaba en realidad" Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba ni a
una practica ni a un juego, estaba decidido a dar lo mejor de sí, se sentía
felizmente comprometido!.
Durante su vida en secundaria, lo recordaron como el calentador de bancdemás
miembros del equipo o, debido a que siempre permanecía sentado... Su padre con
su espíritu de luchador, siempre estaba en las gradas, dándole compañía,
palabras de aliento y el mejor apoyo que ningún hijo podía esperar. Cuando
comenzó la universidad, intentó entrar al equipo de fútbol, todos estaban
seguros de que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo.
El entrenador dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado además por como
él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de las prácticas y al
mismo tiempo le daba a los demás el entusiasmo perfecto. La noticia llenó por
completo su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamó a su padre, quien
compartió con él su emoción. Le enviaba en todas las temporadas todas las
entradas para que asistiera a todos los juegos de la universidad.
El joven atleta era muy persistente, nunca faltó ni a una práctica ni a un
juego durante los 4 años de la universidad y nunca tuvo el chance de participar
en ningún juego!.
Era el final de la temporada y justo unos minutos antes que comenzará el primer
juego de la eliminatoria, el entrenador le entregó un telegrama, el joven lo
tomó y luego de leerlo quedó en silencio... y temblando le dijo al entrenador:
"mi padre murió esta mañana, ¿no hay problema de que falte al juego?, el
entrenador le abrazó y le dijo "toma el resto de la semana libre hijo y no
se te ocurra venir el sábado"
Llegó el sábado y el juego no estaba muy bien en el tercer cuarto, cuando el
equipo tenía 10 puntos de desventaja, el joven entró al vestuario y
calladamente se colocó el uniforme y corrió hacía donde estaba el entrenador y
su equipo, quienes estaban impresionados de ver a su luchador compañero de
regreso, “entrenador, por favor permítame jugar, yo tengo que jugar hoy"
imploró el joven, el entrenador pretendió no escucharlo, de ninguna manera él
podía permitir que su peor jugador entrará en las eliminatorias, pero el joven
insistió tanto que el entrenador sintió lastima y aceptó: "Ok hijo puedes
entrar, el campo es todo tuyo, dijo minutos después el entrenador.
El equipo y el público, no podían creer lo que estaban viendo, un pequeño
desconocido que nunca había participado en un juego, estaba haciendo todo
perfectamente brillante, nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente
como toda una estrella, su equipo comenzó a ganar, hasta que empató el juego.
En los segundos de cierre, el muchacho interceptó un pase y corrió todo el
campo hasta ganar con una anotación, la gente que estaba en las gradas gritaba
emocionada, su equipo lo llevó cargado por todo el campo, finalmente cuando
todo terminó, el entrenador notó que el joven estaba sentado calladamente y
sólo en una esquina, se acercó y le dijo: “muchacho no puedo creerlo, estuviste
fantástico”, dime ¿cómo lo lograste?, el joven miró al entrenador y le dijo:
"usted sabe que mi padre murió... ¿pero sabía que mi padre era ciego?, el
joven hizo una pausa y trato de sonreír... "Mi padre asistió a todos mis
juegos, pero hoy era la primera vez que él podía verme jugar... y yo quise
mostrarle que si podía hacerlo"... .
Así que recuerda: Siempre existe alguien que está orgulloso de ti, piensa en
ti, quiere estar a tu lado, quiere sujetar tu mano, quiere que te encuentres
feliz, quiere abrazarte, admira tu fortaleza, no le gusta verte sufrir, te ama
por quien eres, te considera un tesoro, confía en tí y sobre todo te considera
su hijo. Sabes de quién hablo? no está de más decirte que el Padre Celestial
está sentado en su trono observándote y cuidándote.
Colosenses 3:17
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Colosenses 3:23
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres;
1 Pedro 5:7
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
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