Por María Lozano
Lectura: 1 Corintios 1:1-17
La iglesia de Corinto empezó muy bien. En la primera carta que Pablo les escribió, expresaba su gratitud por la evidencia de la gracia de Dios entre ellos... En sus primeros días, los creyentes de Corinto habían ejercido sus dones espirituales en armonía y habían probado la autenticidad de su fe.
Pero en esa carta también les escribió palabras muy severas porque se estaban peleando y compitiendo entre sí en lugar de tener un mismo sentir y un espíritu de cooperación. Los reprendió por tener una actitud de tolerancia hacia inmoralidad sexual y un egocentrismo tal que se estaban poniendo demandas legales unos con otros ante jueces seculares. En vez de avanzar espiritualmente muchos de los miembros de aquella iglesia estaban volviendo atrás.
La tendencia a la decadencia espiritual no estaba limitada a la iglesia primitiva. Ha sucedido una y otra vez en el transcurso de los siglos, y ha sido evidente sobre todo cuando los creyentes han prosperado y disfrutado de la libertad de la persecución. Es un peligro del que todos debemos estar conscientes.
Jesús nos dio el antídoto para este desorden. Dijo: “Así que ponte a pensar en qué has fallado, y arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio…” (Apoc.2:5 – RVC). Esta receta evitará la regresión espiritual que nos hace tanto daño a nosotros individualmente y a nuestras iglesias.
Para avanzar, a veces tenemos que dar la vuelta.
Siempre es bueno, pedirle a alguien que sepas que está firme en la fe y que te conozca, que te comenté en qué áreas cree puedes mejorar.
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