Por María Lozano
Lectura: Ezequiel 16:44-63
La violencia cada vez mayor en nuestra sociedad es alarmante. La brutalidad que vemos hoy día va desde el abuso a los niños y el maltrato físico de los cónyuges, hasta crímenes inimaginables y asesinatos sin sentido.
Como resultado de todo ello, los políticos y los jefes de la policía abogan por una mejor prevención del crimen y castigos más severos para los criminales.
Como resultado de todo ello, los políticos y los jefes de la policía abogan por una mejor prevención del crimen y castigos más severos para los criminales.
Estas medidas, a pesar de que tienen cierto valor, no llegan a la base fundamental de nuestros problemas sociales. La raíz del problema es una respuesta equivocada a las palabras y las normas de Dios.
Eso lo vemos e Ezequiel 16, Dios declaró que Sodoma fue destruida porque sus ciudadanos respondieron a Su bondad con orgullo, crueldad y toda clase de conductas abominables en lugar de gratitud y obediencia (Ez.16:49).
Cuando la vida es fácil tendemos a dar por sentada la bondad de Dios y a centrarnos en lo terrenal y lo temporal en vez de en lo celestial y eterno. La ociosidad provee un ambiente en el cual pueden crecer el orgullo, el egocentrismo y la crueldad. Por lo tanto, cuando miremos los problemas del mundo de hoy, en lugar de pedir que la acción cívica haga el mundo más seguro, podría ser mejor que orásemos así:
“Señor ayúdame a ser más agradecido por tu bondad. Deseo influir a los que me rodean con un carácter semejante al de Cristo.
Si quieres influir de alguna manera positiva en tu mundo, da a conocer el mensaje de salvación en Cristo Jesús a tus semejantes.
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