Por María Lozano
Lectura: Salmos 42
Hablar con uno mismo es algo que muchas personas ridiculizan en otros, y dicen que nunca hacen ese tipo de cosas. Asumen que es señal de perder el sentido de la realidad. Sin embargo, a la luz de lo que leemos hoy en el Salmo 42, tendrán que revalorar esa conclusión....
Antes que el salmista hablase con Dios de su depresión, habló con su alma deprimida ante Dios. Dijo: “¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo…” (Salmos 42:5-RVC). David conversaba consigo mismo, pero por supuesto, no estaba loco. Sus palabras suenan como las de alguien muy realista.
Una vez apremié a un nuevo creyente a que testificase a otros acerca del cambio que Jesús había hecho en su vida. Sabía que su propia fe aumentaría cuando hablara con los demás. El aceptó mi sugerencia, pero me sorprendió al decir: “Yo, ¡hasta me testifico a mí mismo!”.
Cuando te sientas deprimido o deprimida, recuerda aprovechar los antidepresivos que hay en el Salmo que leímos hoy. Cuestiona tu alma, testifica acerca de lo bondad de Dios, amonéstate a ti mismo a espera en el Señor. Anímate a ti mismo, como lo hizo David, aplicando personalmente el mismo estimulo que das a otros (1 Samuel 30:6)
Si quieres cambiar tu perspectiva, recuerda quien te cuida.
Espera en Dios.
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