La sabiduría llega con la experiencia de los años vividos.
En ocasiones ante algunos interrogantes planteados por los más jóvenes, el dar una sólida respuesta, se puede volver una tarea difícil.
Las respuestas que suelen parecer las adecuadas no nos convencen ya que el mundo actual exige de un gran esfuerzo a la hora de educar a la juventud.
Debido a la gran contaminación general que existe en todos los aspectos de la vida, a ellos se les hace difícil el poder distinguir lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto; y con ello el valor auténtico de la vida se encuentra cada vez más alejado de la verdad....
En gran medida nuestros jóvenes desconocen un valor verdadero y obran en función de lo que el mundo les propone como decente o correcto, sin conocer muchas variables se van desarrollando y formando con criterios cada vez más complicados.
Y en cierta medida a los adultos también se les presenta una dura prueba ante tanto desenfreno globalizado en la mayoría de los contextos; a menudo son los ancianos quienes saben enseñar mediante ejemplos que consiguen ilustrar apropiadamente en función de dar una buena lección, una de esas lecciones que sirven y quedan como una marca para toda la vida.
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