Por María lozano
El primer nivel es «pedir». La promesa declara que si pedimos, Dios nos responde. Es el nivel más básico de la oración. Es como un niño que pide para sus necesidades. El segundo es «buscar»: es el nivel del esfuerzo, donde pongo en práctica mi responsabilidad de orar todos los días. El tercero es «llamar», y es el nivel avanzado, el de la confianza, aquel donde ya no oro por mis necesidades solamente, sino a favor de otros.
La medianoche es el momento más oscuro de la noche y es el símbolo de las pruebas. Todos tendremos una medianoche en la vida: un instante en el que no sabremos qué hacer. Pero es entonces cuando podremos experimentar el nivel de «llamar». Esto es: «Yo tengo dónde ir»: es la oración de confianza.
Frente a lo que nos pasa, muchas veces nos afanamos, nos afligimos y, en muchos casos, nos enfermamos Pero Dios espera que confiemos porque «Fiel es Dios para cumplir sus promesas». La oración se hace efectiva cuando se lleva adelante con perseverancia. ¡No abandones la oración, no dejes de llamar! Tu respuesta está a la distancia de tu oración....
NOSOTROS VAMOS A CONFIAR EN DIOS. NOSOTROS SABEMOS A QUIÉN RECURRIR.
En este tercer nivel no solo pides por vos, sino también por otros. Es el nivel más alto de la oración, en el que ya no pienso en mis necesidades sino en interceder a favor de otras personas: es la intercesión por las almas perdidas. «Amar a tu prójimo como a ti mismo implica también orar por los demás como por nosotros».
¡Qué importante es tomar un tiempo cada día para presentar nuestras necesidades delante de Dios, y ejercitar la fe y la confianza de poder ver las respuestas concedidas en la oración!
Te desafío a buscar al Señor con persistencia, a llamar, y las puertas se abrirán.
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