El árbol del abuelo

 Tomado de: Nuestro Pan Diario

Por María Lozano

El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.(Filipenses 1: 6).
La primera vez que vi el árbol de Navidad torcido, desde que mi abuelo estuviera vivo para arreglarlo. Él podía hacer que cualquier árbol se viera hermoso. Por muy mal que luciera cuando se lo dábamos, estaba hermoso cuando él nos lo devolvía.
El abuelo sacaba sus sierras y sus tijeras, y empezaba a cortarlo y a darle forma. Cuando terminaba, parecía que el árbol había crecido en un invernadero donde un jardinero cuidadoso lo había regado, protegido de las tormentas, la sequía y los insectos perjudiciales.
Después, el nos entregaba el árbol al resto de la familia para que acabáramos el trabajo. Le poníamos luces, adornos y guirnaldas, y el árbol imperfecto quedaba listo para una perfecta celebración. ¡Qué transformación!
La vida es como ese conífero. Cada una de nosotros acude a Dios torcida y deformada por los efectos del pecado, pero cuando ponemos nuestra fe en Cristo como Salvador. Dios empieza su obra de amor en nosotras y nos transforma de adentro hacia fuera (Filipenses 1:6) . Después, nos coloca al cuidado de su familia, la iglesia, y los miembros de esta continúan la obra añadiendo las luces de la verdad (Efesios 4:15), los adornos de la reprensión paciente ( 2 Timoteo 4: 2) y las guirnaldas de amor 1 Pedro 4: 8). ¡Qué maravilloso trabajo en equipo!
El mensaje del árbol del abuelo es este: Con el amoroso cuidado de Dios, ¡Una vida manchada por el pecado puede llegar a ser hermosa!

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