Tomado de: El poder de orar
Por María lozano
" El SEÑOR le dijo: «Haz lo que el pueblo te pide. ¡No te están rechazando a ti, sino a mí! ¡No me quieren como rey!" 1Samuel 8:7
Escoge a Dios como tu único SeñorEs parte de nuestra naturaleza el querernos comparar con los demás, y en estas fechas quienes dirigen la mercadotecnia para la venta de todo tipo de productos lo saben bien y utilizan esto para vendernos artículos que no necesitamos pero que los compramos para vernos diferentes, oler diferente y hasta parecer que tenemos un estatus económico o social diferente al que verdaderamente tenemos. El asunto está en que cuando vemos la creación del Eterno encontramos que ¡no hace nada igual! Nunca encontrarás un árbol exactamente igual a otro ni un animal o un ser humano, pues aún los famosos “gemelos idénticos” tienen pequeñas variaciones físicas e inmensas variaciones de personalidad y carácter. ¿Por qué si el Eterno ya nos hizo a cada uno diferente y desea tener una relación personal única e individual con nosotros nos empeñamos en parecernos a los demás y buscar su aprobación y no la de nuestro Creador?
El Señor Nos lo dice a través de su Palabra en el capítulo 7 de la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios: “El Señor pagó un alto precio por ustedes, así que no se dejen esclavizar por el mundo“, porque al compararnos estamos cediéndole parte de nuestra voluntad a este mundo, estamos dejando que sea la sociedad quien determine nuestro valor como persona y que decida por nosotros qué comprar, cómo usar nuestro tiempo y a quién parecernos. Pareciera que hemos olvidado que no fue este mundo quien nos dio la vida ni mucho menos quien en nuestro momento de pecado dio la vida de su hijo para salvarnos, ¡fue nuestro Señor quien nos amó tanto que envió a Jesús a morir en nuestro lugar para hacernos libres! ¿Libres de qué? Del poder del pecado, precisamente ese pecado de orgullo y soberbia que nos lleva a compararnos y querer ser como los demás en un inicio para luego demostrarles que somos mejores. Si quieres ser único y diferente verdaderamente, necesitas encontrar tu verdadera identidad y propósito en una relación personal con tu Creador, ¡entonces sí que marcarás una diferencia!
Si alguien ha de dirigir nuestra vida nadie lo puede hacer mejor que nuestro Señor!, ¡Él tiene todo el amor, poder, sabiduría y recursos que necesitamos! ¡Por qué habríamos de ir a buscar nuestro propósito e identidad en la sociedad, la moda, el mundo u otra relación personal! . Porque querer ser como los demás o darle el control de parte de nuestra vida a alguien más, ¿no es romper el pacto que hicimos al decirle a Jesucristo que fuera el Señor de nuestra vida? Porque si Él es el Señor deberíamos anhelar ser solo y únicamente lo que Él quiere que seamos y dejarlo a Él y a nadie más dirigir el rumbo de nuestra vida. Ser más como la gente que no ama ni conoce al Señor es querer ser menos como Él, si hemos de parecernos a alguien, que sea a nuestro Salvador Jesucristo.
Por lo tanto...Escoge vivir en la libertad para la cual el Eterno te ha hecho libre, haz del Señor verdaderamente tu único Señor, ¡no lo rechaces más en tu corazón! Ya no seas más esclavo de toda clase de pasiones y placeres, ¡vive en la salvación que a través de la cruz has recibido! Demuestra con tus decisiones y acciones del día con día quién es el Rey de tu vida y tu corazón.
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