Tomado de: Editorial La Buena Semilla
Por María Lozano
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.Salmo 32:1
Mirad a mí, y sed salvos.
Isaías 45:22
¿Es usted un culpable perdonado?
Es difícil reconocer que somos culpables y que merecemos el juicio de Dios. Sin embargo, la Biblia declara: “No hay justo, ni aun uno… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:10, 23)..
Entonces, una vez que hemos dado el paso más difícil de reconocer y confesar nuestro estado ante Dios, solo nos queda echarnos en sus brazos y aceptar el perdón que nos ofrece, pues él “quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4).
El pecado nunca es insignificante para Dios. Pero “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Jesucristo manifestó este amor llevando en nuestro lugar el juicio de Dios. Incluso el hombre más pecador puede ir con confianza a Dios, quien perdona sin límites. “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8).
En los evangelios Jesús dice que los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13). Los que se creen justos no pueden acceder al perdón. Así, no tomar conciencia de su situación de pecador es privarse de descubrir el amor infinito de Dios. Y el creyente que reconoce sus pecados, sus faltas, sus límites, es liberado de la culpa que eso conlleva. ¡Él sabe que Dios lo perdonó!
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Ezequiel 17 – Hechos 23:12-35 – Salmo 35:15-21 – Proverbios 12:1-2
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