Tomado de: Reflexión Bíblica
Por María Lozano
Mejor ayuden siempre al pobre, y háganlo con alegría. Si lo hacen, les irá bien y Dios los bendecirá en todo lo que hagan. En este mundo siempre habrá gente pobre. Por eso les ordeno que sean generosos con la gente pobre y necesitada del país.” Deuteronomio 15:10-11Como muchas otras cosas en la vida, el Espíritu Santo y la Fe se alimentan de empatía, generosidad y amor. Es imposible ayudar al prójimo sin antes sentir lo que siente y entender sus necesidades..
En este sentido, ponerse en su lugar y tratar de entender su situación es el motor que impulsa nuestro sentido del deber y nuestra vocación de ayudar.
Sin embargo, el aspecto más difícil de lograr es el de ser despojados. A menudo estamos tan preocupados por nuestros propios problemas que nos cuesta renunciar a ciertos beneficios en pos de ayudar a quienes nos rodean. Pero, debemos recordar que la generosidad y la renuncia son fundamentales para poder brindar ayuda real y efectiva.
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