Tomado de: Farolillo
Por María Lozano
"Salieron a cenar. Él, un hombre joven; ella, su madre ya envejecida, con movimientos lentos y manos temblorosas. Durante la cena, se le cayó comida al vestido. Algunos clientes la miraban con incomodidad, otros se burlaban en silencio. Pero su hijo nunca apartó su sonrisa.Después de comer, sin vergüenza alguna, la ayudó a levantarse y la llevó al baño. Le limpió la cara con paciencia, le quitó las manchas del vestido, y le acomodó el cabello. Todo con una ternura que solo el amor verdadero conoce..Al regresar a la mesa, el silencio lo envolvió todo. Nadie osó comentar nada. Y justo cuando estaban por salir, un señor mayor dijo en voz baja:
— Jóven, ¿seguro que no ha olvidado algo aquí?
— No, gracias. Llevamos todo.
— No. Usted ha dejado aquí un ejemplo. El más noble de todos. Porque cuidar a quien nos dio la vida… es un honor, no una carga."
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