Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
POR FAVOR LEE LA ESCRITURA: HECHOS 16.11-24El sábado salimos de la puerta hacia la orilla del río, donde suponíamos que habría un lugar de oración; nos sentamos y comenzamos a hablar con las mujeres que se habían reunido. Una mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura y adoradora de Dios, escuchaba; y el Señor abrió su corazón para que respondiera a lo que Pablo decía. Hechos 16:13-14.
Tras la proclamación de la Palabra de Dios, ¡estos discípulos esperaban que Dios interviniera! Ese, por cierto, es el mensaje que falta entre los cristianos de muchos lugares hoy en día. Muchos han dejado de esperar que Dios actúe, mientras que esperan hacerlo todo. Esperan organizar un programa y llevarlo a cabo. Muchas iglesias hoy en día operan de tal manera que, si el Espíritu Santo fuera retirado repentinamente de su programa, nadie se daría cuenta de lo sucedido.
No esperaban que Dios hiciera nada, pero estas personas sí. Simplemente predicaban la Palabra y luego esperaban que Dios actuara. No podían predecir lo que haría; siempre es impredecible. Tiene varias maneras de acceder a una ciudad, abrir una comunidad y comenzar a difundir el evangelio y a plantar una iglesia. Pero aquí mismo encontramos una de las maneras que el Señor usa con frecuencia: Él ha preparado allí a hombres y mujeres, personas cuyos corazones están listos para responder al evangelio. Una de esas mujeres era Lidia, quien ya era adoradora de Dios. Era una comerciante que vendía telas de púrpura, que manejaba el tinte púrpura para telas, tan valioso en aquellos días. Se ganaba bien la vida. Tenía su propia casa, lo suficientemente grande como para acomodar a Pablo y su grupo. Su corazón estaba listo, habiendo sido preparado por Dios, y fue guiada por Él para estar allí y escuchar.
Ese es uno de los principios básicos de cualquier actividad evangélica cristiana. Cuando he hablado con grupos de no cristianos, que me han mirado con frialdad y cuyas reacciones no podía anticipar, me ha animado mucho darme cuenta que, sin duda, hay personas en el grupo a quienes Dios ha preparado. Nunca lo dudo, porque siempre lo he comprobado. Siempre hay uno o dos a quienes Dios ha preparado. Intento hablar con ellos e ignorar la reacción hostil de los demás.
Esto es lo que sucedió aquí. Lydia estaba allí y no se inmutó con el mensaje. No lo consideró un desafío a su fe judía, sino que reconoció de inmediato que era el cumplimiento de todas sus esperanzas judías. Así que abrió su corazón y recibió al Señor. Así, el evangelio llegó por primera vez a Europa a través de una reunión de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales.
POR FAVOR ORA CONMIGO
Señor mío y Dios mío, te doy gracias porque al compartir tu palabra con otros, tú has ido delante de mí para preparar corazones. Gracias mi Señor Jesús. Amén..Aplicación de vida


Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.



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