Por María Lozano
Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban al templo.
Cuando este vió que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió limosna. Pedro con Juan, mirándolo fijamente le dijo…(Hechos 3:2-4, NVI).
La oportunidad comienza con una mirada honesta. Hace apenas dos años Bzuch Tulena era el borracho del pueblo en Adana, Sudáfrica. Él y su esposa estaban tan consumidos por el alcohol que repartieron sus hijos entre los vecinos y se resignaron a un final alcoholizado.
Pero entonces alguien los miró. Los miembros de una iglesia de la zona comenzaron a traerle alimentos y ropa a la pareja. Los invitaron a servicios de adoración. Bzuch no estaba interesado. No obstante, su esposa, Bililie sí. Comenzó a dejar el alcohol y a considerar la historia de Cristo.
La promesa de una nueva vida. El ofrecimiento, de una segunda oportunidad. Ella creyó.
Bzuch no fue tan rápido. Siguió bebiendo hasta que una noche se cayó tan fuerte que le quedó una holladura en la cabeza por el golpe. Algunos amigos lo encontraron en un barranco y se lo llevaron a la iglesia y le compartieron de Jesús. No ha tocado una gota desde entonces. Todo comenzó con una mirada honesta y una mano de ayuda. ¿Podría ser esta la estrategia para el dolor humano? Primero, los ojos bondadosos se encuentran con los ojos desesperados. Siguiente, las manos fuertes ayudan a los débiles. Entonces, el milagro de Dios. Hacemos nuestra pequeña parte. Él hace la Gran parte, y la vida a la puerta llamada Hermosa comienza a ser simplemente eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario