Por María Lozano
Después de aceptar a Cristo como mi Salvador, me mantuve inmadura en mi fe hasta que descubrí un hábito que transformó mi vida.
Conocí un grupo de hijos de Dios que me enseñaron a introducir nuevas disciplinas como el devocional diario, estudio bíblico, diario de oración y memorización de las Escrituras. Dios me guió con mucho amor, en cómo agarrarme firmemente de su Palabra, lo que transformó mi vida al darme identidad en Él.
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