Señor, ven a reinar en mí

 Tomado de. Alfonso De Caro

Pot María Lozano


Tu reino es un reino eterno;
tu dominio permanece por todas las generaciones. Fiel es el Señor a su palabra y santo en todas sus obras. El Señor sostiene a los caídos y levanta a los agobiados. Los ojos de todos se posan en ti y a su tiempo les das su alimento. Abres la mano y sacias con tus favores a todo ser viviente. (Salmo 145:13-16) Dios ejerce un gobierno soberano sobre todo el universo. Esto es irrefutable. Creamos o no en él, como creador y sustentador de todas las cosas, ¡Dios reina sobre todo y sobre todos! Nos lo reveló en su forma de conducir la historia de las naciones a lo largo de los siglos hasta nuestros días. ¡Su bondad, sus actos de justicia, su amor, dominio y poder, serán contados de generación en generación hasta que finalmente cada lengua, tribu y nación se postre y confiese el nombre del majestuoso Señor! Pero, de una manera muy especial y cuidadosa, Dios gobierna la vida de todos los que la confían completamente a él.. No es un rey tirano, usurpador, codicioso o desleal. El reino de Dios no se rige por el egoísmo, la avaricia y la ostentación, como vemos en los reinos de este mundo. Su apoyo llega a todo sujeto pecador que, arrepentido, se dirige humildemente a la cruz, aceptando la invitación, a presentarse ante su trono de gloria. ¡Reina sobre nosotros, Jesús! ¡Busca primero el Reino de Dios y su justicia! Si no has invitado al Hijo de Dios a reinar sobre tu corazón, ¡hazlo ahora mismo! Si ya eres parte del reino de Dios, alaba y da gracias por este maravilloso privilegio. Pide perdón si no confías en que el Señor gobernará tu vida con bondad. Ora y entrega el control de tus planes en las manos de Dios. Recuerda cada día que es el Señor quien guía tu existencia. Vive como un hijo adoptivo del Rey: sigue la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu (Romanos 14:17). Por favor ora conmigo Señor, Dios nuestro, ¡tú eres el Rey de toda la tierra! Haz brillar tu luz sobre todas las personas y concede gracia y perdón a los perdidos. Rey soberano, gobierna mi corazón y guíame siempre a vivir según las normas de tu reino. Gracias por tu misericordia y por satisfacer nuestros deseos y necesidades más básicos. Ayúdame a confiar en que tú tienes el control y que siempre haces lo mejor que se puede hacer. ¡Reina sobre mi vida y mi hogar! Te entrego mi Señor Jesucristo todos mis planes, hoy y siempre. ¡Amén! Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.

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