La cena del Señor

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

POR FAVOR LEE LA ESCRITURA: 1 CORINTIOS 11:17-34.
Porque recibí del Señor lo que también les transmití: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que es para ustedes; hagan esto en memoria mía». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cada vez que la beban, en memoria mía». 1 Corintios 11:23-25.
Pablo les transmite, y a nosotros también, el énfasis de nuestro Señor en dos símbolos extraordinarios: el pan y la copa. Deliberadamente, después de la fiesta de la Pascua, Jesús tomó el pan y, tras partirlo para que estuviera disponible para todos los discípulos, les dijo: « Este es mi cuerpo». Desafortunadamente, algunos han interpretado esto como que enseñaba que el pan se convierte en su cuerpo, pero al analizar la historia del Cenáculo, es evidente que lo decía en un sentido simbólico. Si era literal, entonces había dos cuerpos de Cristo presentes en el Cenáculo: uno en el que vivía y por el cual sostenía el pan, y el pan mismo. Pero claramente nuestro Señor lo entiende como un símbolo. Esto representa mi cuerpo, que es para ustedes..No fue quebrantado por ti, como dicen algunas versiones. Esa no es una traducción muy precisa. No fue quebrantado por nosotros. Las Escrituras nos dicen que ni un solo hueso de su cuerpo sería quebrado. Más bien, está destinado a que vivamos de él; ese es el simbolismo. Así, cuando nos reunimos y tomamos el pan de la Mesa del Señor, lo partimos y lo compartimos, recordamos que Jesús es nuestra vida: Él es Aquel por quien vivimos. Como dice Pablo: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20).
Esto es lo que simboliza el pan: que él será nuestro poder mediante el cual obedecemos las exigencias de Dios, su Palabra, para amarnos, perdonarnos, ser tiernos y misericordiosos, amables y corteses unos con otros, para no devolver mal por mal, sino orar por quienes nos persiguen, desconfían de nosotros y nos maltratan. Su vida en nosotros nos permite ser lo que Dios nos pide. Vivimos por medio de Cristo.
Después de eso, nuestro Señor tomó la copa. El vino de la copa simboliza su sangre, la cual, según él, es la sangre del Nuevo Pacto, el nuevo orden de vida que Dios ha establecido, mediante el cual se pone fin a la antigua vida. Eso es lo que la sangre siempre significa: la sangre es el fin de una vida, y la antigua vida en la que dependíamos de nosotros mismos, vivíamos para nosotros mismos y solo queríamos ser el centro de atención ha terminado. Eso es lo que significa la copa. Aceptamos eso; ya no debemos vivir para nosotros mismos. No tienes derechos definitivos sobre tu vida, y el precio es la sangre de Jesús. Por lo tanto, al tomar esa copa y beberla, proclamamos públicamente que aceptamos esa sentencia de muerte sobre nuestra antigua vida y creemos que la vida cristiana es una experiencia continua de vida que surge de la muerte.
El poder con Dios solo llega cuando morimos a la sabiduría y al poder del hombre. Renunciamos a uno para que el otro se manifieste en nosotros. Eso es lo que significa la copa. Es una hermosa imagen de lo que Jesús dijo de sí mismo: «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo» (Juan 12:24). Nada describe mejor el vacío de la vida que la frase «queda solo»: solitario, inquieto, aburrido, miserable, infeliz. Esa es la vida que intenta vivir para sí misma, para sus propias necesidades y sus propios derechos, pero la vida cristiana es aquella en la que esto se entrega libre y voluntariamente. Si el grano de trigo cae en la tierra y muere, dará mucho fruto, y al participar de la copa esto es lo que declaramos.
POR FAVOR ORA CONMIGO
Señor Jesús, gracias por entregar tu vida para que yo pueda tener vida nueva en ti. Amén.
Aplicación de la vida
Al participar de los símbolos del pan y el vino, ¿honramos la profunda y rica realidad que representan?
¿Nuestra gratitud por la nueva vida interior se expresa en un amor sacrificial, viviendo ya no para el egoísmo, sino para Aquel que se entregó por nosotros?
Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.

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