Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
-- Lucas 15:20
La parábola del hijo pródigo es una de las historias más conocidas de Jesús. Nos habla de un hombre que tenía 2 hijos. Un día, el hijo menor decidió irse de la casa y se fue muy lejos. Allá se gastó toda la herencia que exigió que su papá le diera antes de marcharse. Después de perderlo todo, se arrepintió y decidió regresar.
Contrario a lo que se esperaba, su papá lo recibió con brazos abiertos y festejó el regreso de su hijo amado. El otro hijo no estaba nada contento. La realidad era que su hermano había renegado de la familia y había despilfarrado sus bienes. ¿Cómo le podían dar tan buen recibimiento?
¿Con cuál hijo te identificas mejor hoy?
A veces nos desviamos, abandonamos la presencia del Padre y decidimos vivir por nuestra cuenta y a nuestro riesgo. Pero tarde o temprano entendemos que la vida sin Dios es como un desierto: todo es ilusión, soledad y vacío. O tal vez te pareces más al hijo mayor: aparentemente estás en la casa del Padre - hasta le prestas algún servicio - pero a pesar de eso, tu corazón está lejos de Dios. Tienes todo a tu alcance, pero no conoces completamente al Padre y su amor tan leal y generoso.
Sea cual sea el tipo de distancia entre el Padre y tú, ¡hoy es un buen momento para regresar a Dios!
*Regresa: el Padre te espera*





*Por favor ora conmigo*
Señor mío y Padre mío, no quiero seguir lejos de ti. Ayúdame a regresar a tu presencia de corazón, en espíritu y en verdad. Perdóname por haber pensado que había otro lugar mejor y por haber seguido otros caminos. Perdóname por pensar que soy mejor que los demás. Quiero ser más como Jesús. Ayúdame y dame fuerzas para no volver a dejarte jamás. En el nombre de Jesús, amén.
Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.



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