Ïdolos sin valor

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

Así dice el Señor, Rey de Israel y Redentor, el Señor Todopoderoso: Yo soy el primero y yo soy el último; fuera de mí no hay Dios. Isaías 44:6.
Los críticos de la Biblia a veces se quejan que Dios se jacta constantemente de sí mismo. Pero esto no es jactancia vacía. Es simplemente declarar la realidad. Es un intento de Dios por salvar a sus criaturas de la locura y el peligro de seguir a dioses falsos. El pasaje de hoy continúa describiendo la estupidez de la idolatría en la que estaban cayendo los israelitas. El profeta describe a un herrero que funde metal, lo vierte en un molde para hacer un ídolo, y en el proceso se cansa. Isaías señala la ridiculez que un hombre haga un dios sin poder para ayudarlo ni siquiera mientras lo hace. Luego describe a un carpintero que talla la figura de un hombre en un bloque de madera, luego usa las astillas que ha tallado del bloque para encender una fogata para calentarse. Luego se inclina y adora al ídolo, buscando liberación de algo que sus propias manos han hecho. ¡Qué concepto tan ridículo!.Cuando leemos un pasaje como este, nos sentimos tentados a decir: «Seguramente esto no se aplica a nosotros. No somos idólatras». Pero en realidad no estamos tan lejos de este tipo de práctica. Mientras voy a la iglesia los domingos por la mañana, a menudo veo gente en sus jardines adorando un ídolo de metal brillante. Le vierten líquidos caros, lo pulen y lo sacan brillo, y se inclinan ante él. ¿Han notado alguna vez el cambio que se produce en ellos cuando se suben a él y salen corriendo por la calle? Personas apacibles e inofensivas, que nunca dicen una palabra de enojo, salen disparadas de sus entradas, dejando un rastro de goma al alejarse, transformadas con una ilusión de poder. Un objeto que adoramos es el automóvil, que para muchos se ha convertido en símbolo de lujo, belleza y poder.
Las industrias productoras de computadores, son una de las mayores productoras de ídolos del mundo, envían esas extrañas máquinas con luces parpadeantes y símbolos peculiares, a los adoradores del conocimiento en los confines de la tierra. Hoy en día, muchos adoran al dios del sexo, creyendo que este los satisfará y colmará sus necesidades. Pero el dios del sexo no los liberará. Es cierto que muchos no se postran ante los ídolos de madera y piedra hoy día, pero las ideas que los sustentan siguen creando ídolos en el corazón del pueblo del pueblo.
El profeta declara sobre el idólatra, versículo 20: «Se alimenta de cenizas; una mente engañada lo ha extraviado, y no puede librarse ni decir: “¿No es mentira lo que tengo en mi mano derecha?”» (Isaías 44:20). La locura de adorar a un dios que no sea el Dios verdadero radica en que las personas se engañan a sí mismas. Quedan insatisfechas, sintiendo que se han estado alimentando de cenizas. El alma, al igual que el cuerpo, necesita alimento. Busca aquello que satisface. Pero quienes buscan satisfacción en las drogas o el sexo descubren que se han estado alimentando de cenizas. Han sido engañados, sin reconocer que hay una mentira en su mano derecha. La mano derecha simboliza lo que se aferra, en quién se busca ayuda. Pero quienes siguen a los ídolos son incapaces de ver que no saciarán, sino que dejarán un sabor a ceniza en la boca. Muchos empresarios adoran al dios del poder. Ascienden la escalera corporativa hacia la cima, buscando honor y reconocimiento. Sin embargo, cuando tienen todo lo que desean, descubren que se ha convertido en cenizas. Muchos estudiantes adoran el conocimiento. Confían en que las cosas maravillosas que aprenden les ayudarán a controlar la vida. Pero todo se convierte en cenizas. No reconocen la mentira que está en la mano derecha. La única esperanza, como lo deja claro este pasaje, se encuentra en el Dios que nos formó.
POR FAVOR ORA CONMIGO
Padre misericordioso, tú eres el único Dios verdadero. Perdóname por adorar a la creación en lugar del Creador, y enséñame a inclinarme ante ti y solo ante ti. En el amor de Jesús. Amén.
Aplicación de la vida
El primer mandamiento dice que no debemos tener otros dioses sino a Dios mismo. ¿Acaso intentamos llenar el vacío que Dios nos da dentro con todo y con todos menos con Dios?
Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.

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