Por María Lozano
Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3
años, por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado.El dinero era
escaso en esos días, por lo que explotó en furia,cuando vio a la niña tratando
de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad. Sin embargo, la
niña le llevó el regalo a su padre a la mañana siguiente y dijo:
"Esto es para ti, papito". El se sintió
avergonzado de su reacción de furia. Pero éste volvió a explotar cuando vio que
la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo: "¿Que no sabes que
cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?.
La pequeñita lo miró hacia arriba con lagrimas en lo ojos y
dijo: "Oh, papito, no está vacía, yo soplé besos dentro de la caja, todos
para ti, papito..."
El Padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su
niña y le suplicó que lo perdonara. Se ha dicho que el hombre guardó esa caja
dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, tomaba de
la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.
En un forma muy sensible, cada uno de nosotros hemos
recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros
hijos, amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión
más hermosa que ésta
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