Por María Lozano
“.YO SÉ QUE MI REDENTOR VIVE.”
(Job 19:25
El patriarca Job sobrevivió a la sarna, a la quiebra económica y a la pérdida de sus hijos; y salió de todo ello con su fe intacta. Veamos cómo era su fe:
Cuando puedes decir “yo sé”, eres un signo de exclamación (que denota seguridad) en un mundo de interrogantes. Job no dijo “me han dicho” porque lo que sabía de Dios lo había aprendido a través de la experiencia y de la revelación personal. ¿Se puede llevar una vida así? Sí. “Vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas” (1 Juan 2:20). Puedes “saber” en tu corazón cosas de Dios que no eres capaz de entender plenamente o explicar. ¿Por qué? Porque se disciernen espiritualmente.
2) “Que mi Redentor vive”
Aunque Cristo todavía no había nacido, Job se hizo una idea de nuestro Redentor Eterno, descrito en las Escrituras como “…Anciano de días…” (Daniel 7:22); de quien Miqueas afirmó: “Sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales” (Miqueas 5:2 NVI). Existió antes de su nacimiento terrenal, y sobrevivió a quienes le dieron sepultura. Pablo dice: “…Por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos” (2 Corintios 8:9).
3) “Y que al fin se levantará sobre el polvo”
Job vio lo mismo que el profeta Zacarías vería: “En aquel día se afirmarán sus pies sobre el Monte de los Olivos…” (Zacarías 14:4). La primera vez que Jesús vino fue para salvar. La próxima vez que venga, lo hará para reinar. Su primera venida fue para ser nuestro Redentor; Su segunda venida será para establecer su reinado como Rey de Reyes. “Mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13 NVI).
El patriarca Job sobrevivió a la sarna, a la quiebra económica y a la pérdida de sus hijos; y salió de todo ello con su fe intacta. Veamos cómo era su fe:
Cuando puedes decir “yo sé”, eres un signo de exclamación (que denota seguridad) en un mundo de interrogantes. Job no dijo “me han dicho” porque lo que sabía de Dios lo había aprendido a través de la experiencia y de la revelación personal. ¿Se puede llevar una vida así? Sí. “Vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas” (1 Juan 2:20). Puedes “saber” en tu corazón cosas de Dios que no eres capaz de entender plenamente o explicar. ¿Por qué? Porque se disciernen espiritualmente.
2) “Que mi Redentor vive”
Aunque Cristo todavía no había nacido, Job se hizo una idea de nuestro Redentor Eterno, descrito en las Escrituras como “…Anciano de días…” (Daniel 7:22); de quien Miqueas afirmó: “Sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales” (Miqueas 5:2 NVI). Existió antes de su nacimiento terrenal, y sobrevivió a quienes le dieron sepultura. Pablo dice: “…Por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos” (2 Corintios 8:9).
3) “Y que al fin se levantará sobre el polvo”
Job vio lo mismo que el profeta Zacarías vería: “En aquel día se afirmarán sus pies sobre el Monte de los Olivos…” (Zacarías 14:4). La primera vez que Jesús vino fue para salvar. La próxima vez que venga, lo hará para reinar. Su primera venida fue para ser nuestro Redentor; Su segunda venida será para establecer su reinado como Rey de Reyes. “Mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13 NVI).
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