Por María Lozano
Samuel no conocía al Señor todavía, pues él aún no le había manifestado nada. Pero por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y éste se levantó y fue a decirle a Elí: Aquí me tiene usted; ¿para qué me quería? Elí, comprendiendo entonces que era el Señor quien llamaba al joven, dijo a éste: Ve a acostarte; y si el Señor te llama, respóndele: “Habla, que tu siervo escucha.” Entonces Samuel se fue y se acostó en su sitio. Después llegó el Señor, se detuvo y lo llamó igual que antes: ¡Samuel! ¡Samuel! Habla, que tu siervo escucha, contestó Samuel....
1 Samuel 3:7-10
¡Aún los niños pueden experimentar la presencia del Señor y oír su voz!. Samuel era tan joven que no entendía lo que le estaba sucediendo. Todavía no conocía al Señor, pero Dios vio el deseo de su corazón, vino a el y lo llamo por su nombre.
Samuel pensaba que era Eli (el sacerdote) quien lo llamaba. Una y otra vez se levantó y fue a ver lo que quería Eli. Esa experiencia cambio por completo la vida de Samuel. Desde muy joven, tomó conciencia de la presencia de Dios, aprendió a tener comunión y a conocer su voz.
El estilo de vida que fue desarrollando Samuel, lo convirtió en un hombre sensible y fiel. Samuel, podía hablar con valentía, porque conocía su voz.
Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Juan 10:27
¿Puedes distinguir la voz del Señor en tu vida?
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