Tomado de: Elkin Almeida
Por María Lozano
Cuando el bebé de una estudiante comenzó a llorar en medio de la clase, todos esperaban que el profesor se detuviera.Pero Sydney Engelberg no lo hizo.
La madre, visiblemente avergonzada, intentó salir del aula, pero él la detuvo con una sonrisa.
Se acercó, tomó al bebé en brazos y continuó dando su lección como si nada hubiera pasado..El pequeño se calmó, y el aula entera quedó en silencio… no por el llanto, sino por el gesto.
Engelberg, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, permite que las madres asistan con sus hijos, e incluso que los amamanten durante sus clases de maestría.
Porque, según él, ninguna mujer debería tener que elegir entre ser madre y seguir aprendiendo.
A veces, los grandes maestros no solo enseñan teoría…
enseñan humanidad.
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