Por María Lozano
Aquella luz verdadera, que alumbra a
todo hombre, venía a este mundo.
Juan 1:9
Juan 9:5
Dios nuestro Salvador…quiere que to-
dos los hombres sean salvos y vengan
al conocimiento de la verdad.
1 Timoteo 2:3-4
Michael Faraday (1791-1867) fue llamado el padre de la
electricidad, pues sus descubrimientos abrieron el camino a la producción de la
corriente eléctrica. Sus conocimientos eran muy rudimentarios cuando llegó como
aprendiz al taller de un encuadernador de libros. Su pasión por la ciencia
nació a raíz de la lectura de los libros científicos que estaba arreglando.
Como se destacaba por sus aptitudes excepcionales, fue aceptado en un
laboratorio, donde ejerció una fecunda actividad.
Grande era también su fe en Dios. A menudo hacía referencia
a la Biblia y
decía que el plan de salvación es tan sencillo que todo el mundo puede
entenderlo. “La electricidad sólo es provechosa para esta tierra, pero la
salvación de Dios conserva su valor por toda la eternidad”, solía decir.
Su humildad estaba acompañada de una gran compasión por los
demás. Un día lo vieron llorando ante su Biblia.
¿Está enfermo? , le preguntaron. –No, lo que me aflige es
ver que los hombres se desvían mientras tienen este libro para guiarlos”.
La ciencia y la fe no son incompatibles. Aunque a menudo se
desconozca, muchos grandes científicos fueron hombres de fe. Tuvieron fe en
Dios creador y en un Dios Salvador. La fe en Jesucristo lleva consigo certezas,
en lo que concierne al presente como al mas allá.
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