por María Lozano
Hace mucho tiempo. Un hijo se llevó a su padre a vivir a su
casa. Este hombre estaba casado y además tenía un hijo pequeño. Todos los días
se sentaban a la mesa a comer y cenar. El pobre abuelo por su edad babeaba, y
emitía sonidos comiendo, y de tanto en tanto la gotilla de ...la nariz goteaba.
Siempre con su pañuelo en la mano. Un día la mujer un poco escrupulosa y
altiva, le planteó a su marido que a partir de ahora su padre comería en la
cocina y si podía ser como era carpintero, el marido le hiciera un plato de
madera y cubiertos. Así no estropearía su vajilla. El esposo todo entristecido
se fue al porche de su casa, y empezó a tallar, día tras día. Cuando hubo
terminado. Le servía la comida en la cocina, mientras ellos comían en el
comedor. En el plato y con los cubiertos de madera. Un día llegó de trabajar y
encontró a su hijo de 12 años tallando, se puso contento, sería carpintero como
él. Se acercó y preguntó. ¿Hijo que tallas? Un plato para ti. ¿Para mí? Si así
cuando seas mayor te haré lo mismo que haces con el abuelito.
¡que enseñanza deja esta hermosa reflexión!
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