Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano
Ha nacido hoy, en la ciudad de David,
Un Salvador, que es Cristo el Señor.(Lucas 2: 11)
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz.
(Lucas 9:2)
¿Qué significa para nosotros el día de Navidad? ¿Es una ocasión para recordar la venida de Jesús a la tierra (incluso si la fecha no está indicada en los evangelios? ¿O sencillamente es un día ideal para que las familias y amigos se encuentren, intercambien regalos y hagan fiesta, a veces sobrepasando los límites? Reconozcamos que en ese tipo de fiestas las gentes no honran el nombre de Jesús, sino que más bien lo deshonra.
No obstante, veinte siglos después, este acontecimiento único conserva todo su sentido. ¡Qué gran misterio es la encarnación de Jesucristo! El Hijo de Dios, Creador del cielo y de la tierra, se humilló hasta ponerse en la condición más débil y humilde de su criatura. Vino a este mundo en la forma de un niño acostado en un pesebre, tomando el último lugar, el que el hombre le dio. El mundo mostró inmediatamente su rechazo y su indiferencia. Herodes incluso quiso matarlo. Pero Dios reveló a unos pastores y a unos extranjeros el incalculable valor de ese niño. Así pudieron adorar a Aquel que es el Salvador, la luz, Cristo, el Señor.
¡Que este gran motivo de regocijo, es decir, la venida del Hijo de Dios al mundo, ilumine nuestro corazón y lo abra para recibir al Salvador y Señor!
“El mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”(Juan 1:10-12).
¡Que Dios ilumine nuestro corazón!
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