DÍ AMOR Y RECIBÍ ODIO


Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano
Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. (Génesis 4:8)

(Los hermanos de José) dijeron el uno al otro… Ahora pues, venid y matémosle y echémosle en una cisterna. (Génesis 37:19-20)

Me devuelven mal por bien, y odio por amor. (Salmo 109:5)

A lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido hombres como Caín o los hermanos de José. En todas las épocas la envidia, la codicia y la sed de poder han llevado a algunos hombres a destruir a otros. Los medios de comunicación no dejan de contarnos esos dramas, ya sea a escala individual o colectiva.
Pero un día se desencadenó el mayor odio contra el amor más grande. El Hijo de Dios vino al mundo para salvar, por medio de su sacrificio, a los seres humanos. Él se ocupó de ellos, los alimentó, los sanó, los consoló…Pero, ¿Cómo lo recibieron? Dijeron entre sí: “Este es el heredero; venid, matémosle…Y tomándole, le mataron” (Marcos 12:7-8).
Los hombres inventaron falsos testimonios para condenarlo, se burlaron de él, lo golpearon y luego lo clavaron en una cruz como un malhechor. Para colmo de la burla, le colocaron una corona de espinas, y en su mano le pusieron una caña. Y el pueblo, reunido alrededor de la cruz, se atrevió a decir: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:25).
Pero el amor de Dios fue más fuerte que la maldad del hombre, pues esa sangre reclamada con tanto odio trae la salvación a aquel que cree. Jesús dio su vida para expiar los pecados de todos los que ponen su confianza en Él.
¡Qué maravilla es el amor a Dios!

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