DIOS ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES


Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano









Tú oyes la oración… El que hizo el oído,
¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?
Salmos 65:2 y 94:9)

Orar no es repetir una y otra vez frases comodines aprendidas de memoria. No, orar es dirigirse a Dios al igual que un hijo habla a su padre, con confianza y respeto. Millones de personas en toda la tierra pueden hablar con el Señor al mismo tiempo, pues ningún pensamiento de ningún hombre puede escapar a su perfecto conocimiento. Varios salmos de David así lo afirman: “Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme… Todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda” (Salmo 139:2-4) “Desde los cielos miró el Señor; vio a todos los hijos de los hombres; desde el lugar de su morada miró sobre todos los moradores de la tierra” (Salmo 33:13-14)....
Orar es exponer a Dios nuestras tristezas y necesidades, también es darle gracias. Es tener la seguridad de que Él escucha y responde según su conocimiento perfecto de lo que es bueno para cada uno de los suyos. Si nos habla por medio de su Palabra, la Biblia, quiere que nosotros también le hablemos por medio de la oración. Dios es amor, y el hecho de que nos escuche es la prueba de ello.
Jesucristo, Dios hecho hombre, es el único mediador entre Dios y los hombres ( 1 Timoteo 2:5). Aunque a menudo sus oraciones sean torpes, los creyentes se gozan orando a Dios por medio de Jesucristo en su nombre. Jesús también enseña a los suyos a dirigirse a Dios como al Padre, a quien él les dio a conocer, y los anima diciéndoles: “El Padre mismo os ama” (Juan 16:27)
¡Señor, que tu Palabra llene nuestros corazones!

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