SOLAMENTE DE LOS OJOS


tomado de Reflexiones para el Alma
por María Lozano


Un hombre había perdido la vista durante la guerra. Para poder subsistir y continuar con su vida, desarrolló una gran habilidad y destreza con sus manos, lo que le permitió destacarse como un estupendo artesano.

Sin embargo, su trabajo no le permitía más que asegurarse el mínimo sustento, por lo que la pobreza era una constante en su vida y en la de su familia

Llegó la Navidad y quiso obsequiarle algo a su hijo de cinco años, que nunca había tenido más juguetes que los trastos del taller de su padre con los que fantaseaba historias, reinos y aventuras.

Su papá tuvo la idea de fabricarle, con sus propias manos un hermoso caleidoscopio como uno que él había tenido en su niñez.

En secreto y por las noches fue recolectando piedras de diversos tipos, trozos de espejos, vidrios, metales y maderitas que trituraba en cientos de pedazos.

Al final de la cena de Nochebuena le dio el regalo a su hijo, imaginando por la voz del pequeño, la sonrisa y la expresión del rostro al recibir el precioso regalo.

El niño no cabía en si de la emoción que aquella increíble Navidad le había traído de las manos rigorosas de su padre ciego. Estaba encantado con aquel maravilloso juguete que él ni sabía que existía.

Durante los días y las noches siguientes el niño fue a todo sitio portando el preciado regalo y con él volvió a sus clases en la escuela del pueblo después de las fiestas. En tiempos de recreo entre clase y clase el niño exhibió y compartió lleno de orgullo su juguete con sus compañeros que se mostraban igual de fascinados con aquella maravilla y que pujaban por poner sus ojos en aquel lente y dirigirlo al sol.

Uno de aquellos pequeños finalmente se acercó al hijo del artesano y le preguntó con la ambiciosa intriga que sólo un niño puede expresar: -Oye, que maravilloso calidoscopio te han regalado… ¡Dónde te lo compraron? , no había visto jamás uno igual en el pueblo.

Y el niño, orgulloso de poder revelar aquella verdad emocionante, desde su pequeño corazón, le contestó: -No, no me lo compraron en ningún sitio…me lo hizo mi papá. A lo que el otro pequeño replicó con cierta sorna y tono incrédulo: -¡Tu padre?, imposible…
¡¡Si tu padre está ciego..!!

Nuestro pequeño amigo se quedó mirando a su compañero y tras una pequeña pausa sonrió como sólo un portador de verdades absolutas puede hacerlo y le contestó:

“Sí, mi papá está ciego, pero solamente de los ojos”
¡Señor, abre nuestros ojos para que podamos ver!!!

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