Max Lucado
Por María Lozano
Claman los justos y Jehová oye, y los libra
de todas sus angustias.
Salmo 34:17
El que le avisa a Jesús de la enfermedad de Lázaro le dijo:
El que tú amas está enfermo.
No basta su petición en el imperfecto amor de quien está
necesitado, sino en el perfecto amor del Salvador. No le dice “El que te ama
está enfermo”. Le dice: El que tú amas está enfermo”. El poder de la oración,
en otras palabras, no depende de quien hace la oración, sino de quien oye la
oración.
Podemos y debemos repetir la frase en diversas formas. “El
que amas está cansado, triste, hambriento, solitario, temeroso, deprimido”. Las
palabras de la oración varían, pero la respuesta nunca cambia. El Salvador oye
la oración. Él hace que el cielo guarde silencio para no perder ni una sola
palabra. Él oye la oración.
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