Por María Lozano
Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos; porque había muchos que le habían seguido.
Cuando fue llamado por Jesús, Mateo organizó una fiesta para
agasajarlo, invitando como a una despedida a sus ex compañeros de trabajo. Pero
no sólo invitó al Maestro, sino que también incluyó en el festejo a sus nuevos
compañeros de ministerio, o sea a los discípulos de Cristo.
Tal vez fue él mismo quien sugirió. Como quiera que haya
sido, Mateo comprendió que él era inseparable de sus seguidores y que no sólo
debía mostrar quien era su nuevo Señor, sino también el grupo al cual se unía.
No es posible separar a Cristo de los cristianos, pues la iglesia es su cuerpo
y es a través de ella que él se manifiesta en la actualidad.
Además esto nos muestra un aspecto muy grato de la vida
cristiana. Cristo quiere que nos unamos con él a la hora de la fiesta y la
alegría.
Señor; haz que goce compartiendo con mis hermanos los motivos
de gozo que Tú me das. Que así sea.
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