SEMBREMOS SEMILLAS

Tomado de: Maná para cada día
Por María Lozano





“Pero esto digo: El que siembra escasamente,
escasamente también segará, y el que siembra
abundantemente, abundantemente también se-
gará.”
(Corintios 9:6)


Para tener éxito en los negocios, uno tiene que invertir lo suficiente. Si uno no invierte lo suficiente o deja de invertir debido a la escasez de capital, el negocio no prosperará, sino que fracasará.
Este principio de inversión también puede ser aplicado al mundo espiritual. Cuando invertimos en los santos negocios de Dios, sin duda 
Él nos devolverá un beneficio con treinta, sesenta o cien veces más de bendición.
En Juan 6:5-13, cuando un niño invirtió cinco piezas de pan y dos peces en el negocio de Jesús, ocurrió un milagro.
Aquella comida pudo alimentar a cinco mil hombres, tal vez a decenas de miles de personas más incluidos mujeres, niños y ancianos, y sobraron doce cestas llenas.
Aunque Pedro no pudo pescar ni un solo pez, a pesar de haber estado intentándolo toda la noche, cuando él invirtió su barca vacía en el negocio del Evangelio de Jesús, recibió como pago tantos peces que, por el peso, la barca casi se hundía.
También hay un  principio en el cielo, el cual es el mismo en la tierra, llamado el principio de la siembra: “Lo que se siembra se cosecha”, La Biblia dice: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará” (Gálatas 6:7).
Dios puede obrar cuando ponemos algo en su mano. Si no sembramos nada para Dios, sino que solo ayunamos y oramos toda la noche diciendo “Señor, dame gracia. Creo que tú me bendecirás”, esos ruegos serán oraciones de avaricia. Nadie puede ayudar a una persona que solo dice”No tengo nada para sembrar”o “No puedo hacer nada”. Una persona como esta debería aprender de la viuda de Sarepta, en los tiempos de Elías. Ella sembró con fe en Dios una pieza de pan, la última comida durante una sequía y una pobre cosecha de tres años y seis meses. Como resultado, ocurrió un milagro: la tinaja de harina no se agotó, ni el aceite de la vasija se terminó, hasta que la sequía hubo pasado.
Por eso, mis hermanos en Cristo, si ustedes quieren que este año sea un tiempo de bendición, siembren semillas ahora mismo. Siembren no solo el diezmo sino también ofrendas de acciones de gracias. Siembren sus tiempos y sus cuerpos.
El Señor les devolverá todo multiplicado, antes que el año se termine.

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