Por María Lozano
“Pero buscad primero su reino y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas”
(Mateo 6:33).
Para que los milagros se produzcan en nuestra vida, primero
debemos creer que Dios es el origen de toda la creación.
Aunque estamos viviendo en la tierra, debemos saber que
nuestro origen está en el cielo. Está escrito en la Biblia : “No solo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”(Mateo 4:4).
Debemos darnos cuenta profundamente de que Dios creó todas
las cosas, y que las respuestas a la oración vienen de Él, quien es el origen
de nuestra vida. Confirmar este hecho es el primer paso para experimentar
milagros,
David, quien recibió bendiciones especiales de Dios, fue uno
de los que experimentó muchos milagros. Él confesó en el Salmo 23:1: “El Señor
es mi pastor, nada me faltará”…
No dijo: “Puesto que vivo por el ingreso de mi prado, el
prado es mi pastor”.. Como sabía que Dios era el origen de toda la creación y
que las respuestas a sus oraciones venían solo del Señor, confiadamente
confesaba que Dios era su pastor. Sobre la base de esta confesión de fe, Dios,
el origen de toda la creación, se convirtió en el pastor de David, y este
experimentó muchos milagros en su vida.
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