Max Lucado
Por María Lozano
Venid, adoremos y postrémonos ; arrodillémonos delante de
Jehová nuestro hacedor.
Salmo 95: 6
Adoración. En dos mil años no hemos superado nuestros
defectos. Aún luchamos por las palabras adecuadas en la oración. Aún manejamos
torpemente las Escrituras. No sabemos cuándo arrodillarnos. No sabemos cuando
ponernos de pie.
La adoración es una tarea que nos atemoriza.
Por esa razón, Dios nos dio Salmos, un libro de alabanza para el pueblo de Dios. Esta
colección de himnos y peticiones está enlazadas
por un hilo: un corazón que tiene hambre de Dios.
Algunos Salmos son desafiantes. Otros son reverentes.
Algunos son para cantar, otros para orar. Algunos son intensamente personales.
Otros están escritos como si el mundo entero los fuera a repetir.
Esa variedad debería recordarnos que la adopción es
personal. No existe una fórmula secreta. Lo que a ti te mueve puede paralizar a
otro. Todos adoramos de formas diferentes, pero todos debemos adorar.
El libro de los Salmos. Sin duda uno de mis favoritos. Me encanta tu blog abuela. Te felicito muchísimo por este medio de gran bendición para todo el que pase por aquí. Gracias por tus enseñanzas por medio de estos textos y sobre todo gracias por aplicarlas y por amarnos tanto. Te mando un beso enorme. Tu nieto.
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