Max Lucado
Por María Lozano
Bienaventurado aquél cuya trasgresión ha sido perdonada.
Salmo 32:1
Si ya somos perdonados, ¿por qué Jesús nos enseña a orar
“perdona nuestras deudas”
Por la misma razón que desearía que tus hijos hicieran lo
mismo. Si mis hijos violan una de mis normas o desobedecen una regla, yo no los
repudio. Ni los echo de la casa ni les digo que se cambien el apellido. Pero
espero que sean sinceros y se disculpen. Y hasta que lo hagan, la ternura de
nuestras relaciones sufrirá.
La naturaleza de nuestras relaciones no será alterada, pero
si su intimidad.
Lo mismo sucede en nuestro caminar con Dios. La confesión no
establece relaciones con Dios, sencillamente las nutre. Si eres creyente, el
que reconozcas tu pecado no altera tu posición ante Dios, sino que realza tu paz
con Dios.
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