Max Lucado
Por María Lozano
En esa voluntad somos santificados mediante la
ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez
para siempre.
(Hebreos 10:10).
Solo los santos verán a Dios. La santidad es un requisito
para el cielo. La perfección es un requisito para la eternidad. Desearíamos que
no fuese así. Nos comportamos como si no lo fuera. Nuestro comportamiento
parece indicar que los que son “decentes” verán a Dios. Nos comportamos como si
fuésemos buenos mientras que no hagamos nada malo. Y como si esa bondad bastara
para darnos la entrada al cielo.
Esto nos parece bien, pero a Dios no. Y Él es quien
establece las normas. La norma es elevada.
“Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto”. (Mateo 5:48).
Como has de saber, en el plan de Dios. Él es la norma de la
perfección. No nos comparemos con otros; ellos están tan errados como nosotros.
La meta es ser como Él; cualquier cosa inferior a esa meta es inadecuada.
Todavía Remueve Piedras
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