Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
Romanos 3.21-26.La condición pecaminosa de la humanidad nos presenta un dilema: ¿cómo puede un Dios santo y justo perdonarnos? Si Él actúa con justicia, cada ser humano sufriría el castigo eterno que merecen sus pecados. Pero si en vez de hacer eso extiende misericordia, nadie pagaría la pena, y Dios dejaría de ser justo.
Solo había una manera en que el Señor podía mantenerse fiel a su naturaleza, y aun así perdonar nuestros pecados. La solución era derramar su ira sobre un sustituto. De esa manera, la pena por el pecado sería pagada, y Él podría extender misericordia a los pecadores, lo que se ajusta a ambos aspectos de su naturaleza divina. Por eso, Cristo vino como nuestro sustituto: Él tomó el castigo por nuestro pecado, permitiéndonos recibir la misericordia del Padre. Ahora, cuando una persona cree en el Señor Jesús puede ser justificada, es decir, declarada inocente. Esta es la mayor demostración del amor del Señor por nosotros..¿Puede usted imaginarse el costo de su salvación? El plan del Padre y la cooperación voluntaria de su Hijo demuestran el tremendo valor que tiene usted a los ojos de Dios. Desde la perspectiva del Señor, usted vale todo el dolor y el sufrimiento que fueron necesarios para asegurar su presencia eterna con Él en el cielo.
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